24 de julio de 2010

“LA LIBERACIÓN”. DEL CUERPO DEL DOLOR

Resumen de las Clases de Eckhart Tolle


No somos nuestros pensamientos sino la conciencia que hay detrás de ellos. No somos nuestros sentidos sensoriales, sino la conciencia que hace que todas esas percepciones sean posibles. Al igual que no eres tus emociones, sino la conciencia que hace que esas emociones sean posibles. Esa conciencia está en una dimensión en la que no existe el tiempo. Cuando pierdes la conexión con tu quietud interior, pierdes la conexión contigo mismo. Y cuanto te pierdes a ti mismo, te pierdes en el mundo. Pierdes tu verdadero yo, el que es inseparable de la Quietud.

Cuando dejas de identificarte con el cuerpo del dolor, la energía que hasta entonces estaba atrapada cambia su frecuencia vibracional y se transmuta en presencia. De esta forma el cuerpo del dolor se convierte en combustible para la conciencia. Es por esto que muchos de los hombres y mujeres más sabios del planeta tuvieron un cuerpo del dolor muy pesado”.

Más que eliminar el dolor hay que aprender a aceptarlo. La aceptación es el cordón umbilical de esta enseñanza. Aprende a aceptar cualquier emoción que surja dentro de ti en lugar de querer salir corriendo huyendo de ella para eliminarla.

Lo mejor que se puede hacer es aceptar la emoción y sentir la sensación que va asociada a ella para así poder elegir qué hacer después, siempre en base a la aceptación.
Date cuenta de que eres la conciencia que percibe esa emoción; eres el espacio en el que ocurre.

Si te identificas completamente con la emoción, entonces ésta subirá rápidamente a tu cabeza y controlará tu pensamiento. Y creerás que eso eres tú. Cuando esto pasa, fácilmente estás atrapado en el círculo vicioso entre la emoción y el pensamiento que se genera después, siempre a través de un monólogo interior. Ese monólogo bien podría ser considerado la voz del cuerpo del dolor. Puedes imaginarte que todas las interpretaciones que esa voz haga sobre personas o sucesos, serán extremadamente negativas.

Para tener una discusión, primero hay que identificarse con una opinión, con una imagen mental de algo porque de lo contrario no hay discusión posible. Dos no discuten si uno no quiere. Lo más importante es que no te identifiques con ninguna postura mental, se puede hablar de las cosas de un modo práctico sin caer en la obsesión del llevar la razón. Es precisamente esa actitud la que el ego necesita para crecer y alimentar al cuerpo del dolor.

Es muy fácil ver el cuerpo del dolor en los demás, pero ¿cuál es la mejor manera de verlo en nosotros mismos?, Y una vez que lo localizamos, ¿cómo podemos liberarnos de su poder? ¿Hay ejercicios simples que podamos hacer para que no actuemos movidos por su dominio?

Lo importante es darse cuenta antes de que nos domine por completo, antes de que se instale en nuestra mente. Al principio empieza por una emoción y normalmente esa respuesta exagerada, esa reacción exagerada a un suceso es un indicativo de que el cuerpo del dolor está a punto de despertar. Un suceso relativamente inofensivo puede crear mucho dolor e infelicidad en nosotros, puede que algo pequeño nos haga montar en cólera. . Es por eso que si te observas a ti mismo y ves qué tipo de situaciones generan en ti una respuesta de este tipo, entonces puedes estar más en guardia cada vez que estés en una situación parecida. Si estás en conexión con tu cuerpo, si eres capaz de llevar tu atención al cuerpo interior, podrás sentir la emoción que empieza a nacer dentro de ti, ya sea una emoción de tristeza profunda, o de rabia, ira o lo que sea. A lo mejor empiezas a sentir miedo y tu cuerpo se contrae... Es importante estar en conexión con tu cuerpo para sentir las emociones. Hoy en día mucha gente vive sólo en su cabeza y no tiene conciencia de sus emociones. Son las emociones las que nos pueden servir de indicador de que el cuerpo del dolor está despertándose. Si traes conciencia al proceso no te sentirás identificado con tu cuerpo del dolor.

Puede que no evites por el momento el que intente aparecer pero sí que puedes evitar que se desarrolle. Sin embargo no subestimes el poder del cuerpo del dolor porque aunque en ese momento se retire, intentará encontrar otra oportunidad en la que no estés tan consciente para atacarte de nuevo. Siempre nos está poniendo a prueba. Sí. El cuerpo del dolor es como un pequeño animal salvaje siempre al acecho, esperando la ocasión, esperando el momento en que estés más distraído para saltar. El cuerpo del dolor es el aspecto emocional del ego. Cuando te identificas con el cuerpo del dolor entonces se convierte en ego porque cualquier cosa con la que te identifiques se convierte en ego. Cuando dejas de identificarte con él, ya no es parte del ego.

--"De cada ser humano emana un campo de energía que se corresponde a su estado interior, la mayoría de las personas pueden percibir este campo aunque sólo sea de forma subliminal. Es decir, puede que no sepan que lo están sintiendo pero dicho campo energético determina en gran modo lo que sienten hacia esa persona y como reaccionan a ella”.--

Nuestro estado interior tiene dos aspectos. Primero el emocional: ¿Cuál es la energía de la emoción que sientes? Después está el mental: ¿Qué clase de pensamientos produce tu mente en esos momentos? ¿Está tu mente produciendo pensamientos negativos? ¿Qué clase de pensamientos son? Así que necesitas estar ahí como observador, ser consciente de lo que estás sintiendo en ese momento, tu estado emocional y mental. Una buena pregunta que hacerte es: ¿Cuál es mi estado interior en este momento?

Cualquier estado de conciencia producirá sucesos en el exterior, diferentes situaciones, así que casi siempre lo más importante no es lo que vemos fuera, porque eso es sólo el reflejo de lo que tenemos dentro. Lo más importante es nuestro estado interior.

--Cuando amas a alguien de verdad, reconoces en esa persona algo que transciende su forma. Es el reconocimiento de la esencia de esa persona y de la tuya propia, tu esencia reconoce a la suya y viceversa. Y esa esencia es lo que de divino hay en cada uno de nosotros así que se podría decir que cuando amas a otra persona, amas a Dios en esa otra persona. No amas a la persona en sí. Si amas a la persona en sí entonces es el ego el que entra en juego porque amarías la forma. Y si amas a la persona y no su esencia entonces el amor proviene del ego. El amor que nace del ego necesita cosas y pide ser amado de vuelta o se enfadará.

Al ego no le gusta tanto el sufrimiento, es el cuerpo del dolor el que lo busca. El ego muy a menudo intenta evitarlo pero no lo consigue porque su forma de actuar genera sufrimiento lo quiera o no. El ego es una visión muy limitada de quién eres y si actúas desde esa plataforma tan limitada, entonces no puedes ver cómo encajas en la totalidad en la que existen otros seres humanos y otros escenarios, es por esto que tus acciones generan sufrimiento.

El ego produce sufrimiento pero quiere otra cosa. Es por ello que existe la frase “El camino al infierno está lleno de buenas intenciones”. El ego quiere lo mejor para ti pero produce a menudo lo peor.

--Lo peor que te pueda pasar en la vida se puede convertir en una puerta hacia lo divino si sabes rendirte, si dejas que la energía de lo divino venga a ti a través de ese acto de rendición.

Detrás de cada forma de sufrimiento, hay una bendición esperando escondida. No se manifiesta hasta que te rindes, hasta que sufres conscientemente, hasta que dejas de negar lo que ya “es”. Ahí está la bendición que se esconde en cada forma de sufrimiento.

--El cuerpo del dolor se pasa de generación en generación y desde luego que cualquier cosa que la madre sienta durante el embarazo afecta al niño. Todas las emociones afectarán al niño y dejarán su marca en él. Por un lado el cuerpo del dolor se alimenta de las experiencias personales del individuo pero por otro lado su fuente viene de mucho más atrás. Es muy viejo. Otro aspecto del cuerpo del dolor es colectivo, puedes heredar el cuerpo del dolor de una nación entera e integrarlo en el tuyo personal.

La verdad no se puede negar, este cuerpo del dolor viene del pasado y es el pasado que vive en ti. Pero ya sabemos que el pasado no tiene poder sobre el presente. Todo el poder nace del momento presente ya que es ahí donde reside la vida. Así que no necesitas años y años para liberarte del cuerpo del dolor. Se han necesitado muchas generaciones para generar todo este cuerpo del dolor pero sólo se necesita un humano consciente en un momento determinado para transformar todo eso. Y como hemos visto eso se hace por medio de no identificarse con él, y por lo tanto ser capaces de ver la verdad. Eso no significa que te hayas liberado de él completamente pero por lo menos eres capaz de reconocerlo y por eso puedes romper el círculo vicioso de inconsciencia acumulada.

---¿Cuánto tiempo tarda uno en liberarse del cuerpo del dolor?--¿Cuánto tiempo voy a tardar en dejar de identificarme con mi cuerpo del dolor? . Porque una vez que te dejas de identificar con él, te liberas de él. Puede que esa liberación no sea total, sino momentánea pero lo importante es que en el momento en que no te identificas con tu cuerpo del dolor, te liberas de él.

No ocurre instantáneamente. Cada vez que des‐identificas de él, cada vez que eres conciencia, la energía del cuerpo del dolor pierde fuerza. Así que cada vez tiene menos energía. Lo que ocurre es que esa energía que antes vibraba a una frecuencia determinada, ahora que se libera puede vibrar a otra. Esa energía se transmuta en combustible para la presencia. No es el cuerpo del dolor sino la identificación con él lo que causa el sufrimiento. No hay sufrimiento si dejas de identificarte con él. Sólo queda un remanente, como una sensación incómoda dentro de ti. Pero a eso no se le podría llamar sufrimiento de verdad, no lo es porque ya no te identificas con él.

“No es el cuerpo del dolor sino la identificación con él lo que te obliga a volver a vivir una y otra vez el pasado y lo que te mantiene en un estado de inconsciencia”.

“Así que la pregunta que tendría relevancia sería la de cuánto tiempo nos va a tomar liberarnos de la identificación”.

La respuesta a eso es que por supuesto no se necesita más tiempo que el necesario para tomar conciencia del cuerpo del dolor en el momento en que éste surge. Cuando la sensación empieza a crecer, entonces lo ves y lo reconoces. Eres la percepción del mismo. Eres el espacio en el que quiere crecer, y te dices a ti mismo: “Vaya, aquí esta de nuevo”. Todo lo que se necesita es estar presente en ese momento como conciencia que lo observa. Además podemos recordar que el pasado no tiene poder sobre el presente, no importa cuán horrible o desagradable sea lo que hayas sufrido. No tiene poder porque lo que surge del momento presente es una presencia, una conciencia cuya luz no le deja vivir. Una dimensión que ya estaba en ti en el pasado pero que no pudo brillar debido a la densidad de la emoción y la densidad de las estructuras mentales condicionadas. Y la manera en la que accedes a esa dimensión es tan simple como estar presente y en quietud en ese momento.

Al entrar en la Quietud, logramos conectar con esa dimensión que va más allá de lo personal hacia lo transpersonal. Sólo más allá de lo puramente personal podrás encontrar la paz que necesitas, lo personal tiene su lugar pero es mucho más limitado. Además es lo único que te puede salvar del pasado y de su peso, el momento presente es lo único verdaderamente real que tenemos y no hay pasado ni futuro que pueda hacerle sombra. El momento presente no tiene tiempo, cuando estás presente no hay ni pasado ni futuro.

"Cuando sientas el cuerpo del dolor, no caigas en el error de pensar que estás haciendo algo mal. No te conviertas a ti mismo en la fuente del problema”...
…porque eso es lo que quiere el ego”.

“Al reconocimiento tiene que seguirle la aceptación, cualquier otra cosa no funciona. El aceptar significa permitirte sentir cualquier cosa que estés sintiendo en ese momento, aceptar que ya está ocurriendo ya que no se puede luchar contra ese hecho. Bueno, en realidad sí se puede pero entonces generas más sufrimiento. A través de la aceptación y la no resistencia uno se convierte en el espacio inmenso donde las cosas ocurren, no en las cosas en sí. Ya no eres un fragmento sino la totalidad. Tu verdadera naturaleza emerge, esa naturaleza que es la misma que la de Dios”.

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Sin embargo, el que seas capaz de observar la emoción incipiente en ti, no significa que ésta no se vaya a desarrollar, puede que el miedo se agudice, o la rabia, o cualquier forma que la emoción tome, pero tú no estarás completamente a merced de ella sino que habrá un grado de observación. Lo que ocurrirá es que la emoción no podrá tomar el control del pensamiento totalmente, porque tú lo estás iluminando con la luz de la conciencia. No podrá apoderarse de tu mente y hacerte pensar lo que quiere que pienses. Así que mantente ahí como un observador que ve lo que ocurre y dite a ti mismo: “Aquí está el cuerpo del dolor”. De esa manera cortarás el proceso y no permitirás que controle tu conducta y tus acciones. Es tu Presencia la que puede lograr todo esto. De esa manera el cuerpo del dolor no se re‐alimentará a través de esa situación.

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