10 de julio de 2010

Paso a paso hasta lograr el resultado‏

La voluntad es casi tan importante como la inteligencia. Es el cauce por donde se afirman los objetivos, los propósitos y las mejores esperanzas, y sus dos ingredientes más importantes para ponerla en marcha son la motivación y la ilusión. La primera arrastra con su fuerza hacia el porvenir; la segunda es la alegría de llevar los argumentos de la existencia hasta el final.
Entre la motivación y la ilusión radica la razón de proponerse mejorar en cuestiones pequeñas: es decir, hago lo que debo, aunque me cueste, aunque no lo entienda en ese momento. Debemos aprender a desatender esas voces interiores que nos quieren llevar solo a lo que nos gusta o no nos gusta, o hacia lo que nos pide el cuerpo, alejándonos del trayecto adecuado.

Toda educación de la voluntad tiene un fondo ascético, por eso está estructurada a base de esfuerzos no muy grandes, pero tenaces y pacientes, que se van sumando un día tras otro. No solo se consigue tener voluntad superando los problemas momentáneos, sino que la clave está en la constancia, en no abandonarse. Primero dar un primer paso y luego otro, y más tarde hacer un esfuerzo suplementario. De ahí surgen y allí es donde se forjan los hombres de una pieza; los que saben saltar por encima del cansancio, la dificultad, la fustración, el desgano y los mil y un avatares que la vida trae consigo.

El que lucha está siempre alegre, porque ha aprendido a dominarse, por es se mantiene joven. Todo lo que es válido cuesta lograrlo. Pero merece la pena vencer la resistencia y perder el miedo al esfuerzo. Hay que aprender a subir poco a poco, aunque sean unos metros y no nos encontremos en las mejores condiciones.

La voluntad recia, consistente y pétrea es la clave del éxito de muchas vidas y uno de los mejores adornos de la personalidad; hace al hombre valioso y lo transporta al mundo donde los sueños se hacen realidad.

Enrique Rojas - La Conquista de la Voluntad

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