(Resumen de las clases de Eckart Tolle)
Buda describió “el sufrimiento” como la condición normal humana. El ego en última instancia, tarde o temprano, siempre produce alguna forma de sufrimiento.
El ego surgió cuando empezamos a pensar, hubo un momento en que los humanos adquirieron la capacidad de distinguir y pensar, lo que fue una cosa muy buena por un lado pero por otro, después de tantos años se ha convertido en un obstáculo que nos impide conectar con nuestro estado natural de la vida. Los humanos, conforme se adentraron más en el mundo del pensamiento y la diferenciación, gradualmente se alejaron del centro de su ser. Su energía se desplazó desde el corazón hasta sus mente. Y cuanto más se identificaron con el movimiento del pensamiento, más fácil fue que naciera el ego.
Los seres humanos reaccionamos a lo que no nos gusta en los demás porque eso mismo que criticamos está en nosotros mismos. Una de las cosas que el ego necesita para sobrevivir es reaccionar contra otra persona, al hacer eso consigues que ‘‘lo que ves malo en los demás crezca dentro de ti’’. Normalmente lo que más te toca la fibra sensible, lo que más condenas en los demás, es alguna característica de tu personalidad de la cual no eres consciente. Así que por ejemplo, si te molesta ver la avaricia en los demás, o la falta de honradez, entonces tal vez tengas que mirar dentro de ti para ver si no tienes algo de esas cualidades.
No parece muy grave hasta cierto punto etiquetar a las personas. Pero si lo piensas mejor es negativo hacer esto con las personas o los grupos de personas. Porque una vez que has etiquetado a otro ser humano, te insensibilizas obviando su vida y sustituyendo ésta por una etiqueta mental, ya no ves a la persona, ves la etiqueta.
‘‘Cada pequeña queja es una pequeña historia que la mente inventa y que uno cree totalmente’’.
Esto es algo muy común hasta que la gente se empieza a dar cuenta. Algunos egos que no tienen mucho con lo que identificarse sobreviven del quejarse exclusivamente. Se pasan todo el tiempo criticando a la gente, condenando sus acciones, juzgándoles, juzgando diferentes situaciones, lo que les rodea, etc. Para mucha gente el quejarse ocurre sólo en su cabeza. A veces se verbaliza también pero la mayor parte del tiempo ocurre sólo en la cabeza. Sin embargo, ya sea verbalizado o se quede sólo en la cabeza de uno, el 90% de los casos no tiene un propósito real porque su intención no es la de provocar un cambio, sólo es una forma de fortalecer el ego.
‘‘En el momento en que tomas conciencia del ego dentro de ti, en ese momento deja de ser ego para convertirse simplemente en un patrón mental viejo y condicionado’’.
La mayoría de la gente se siente identificada con la etiqueta ‘‘soy bueno’’ y en seguida que alguien les dice lo contrario entran en cólera. Sus sentimientos se sientan heridos sino que directamente entran en cólera, el ego quiere defenderse.
-----Un alto oficial de gobierno japonés fue a ver a un maestro Zen y le preguntó ¿Puedes explicarme lo que es el ‘‘yo’’? (En el Budismo el ‘‘yo’’ se traduce por ego) Y el maestro le respondió ‘‘¿Qué clase de pregunta estúpida es esa? ¿Por qué me preguntas tonterías?”. Evidentemente el oficial se enfadó y le replicó: “¡Cómo te atreves a hablarme a mi así! ¡Es que no sabes quién soy!”. A lo que el maestro le dijo: ‘‘Eso es el ego’’.----
“un resentimiento guardado durante mucho tiempo se llama agravio y mantener uno de estos significa encontrarse en un estado continuo de ir en contra".
Es por eso que los agravios forman una parte tan importante del ego de muchas personas aunque también hay agravios colectivos que pueden sobrevivir durante siglos en la psique de una nación”.
Hay rencores que se guardan durante años y que no se saben por qué continúan ahí. Agravios personales, de familia, de tribus, de grupos religiosos, de naciones, etc. Es parte esencial del ego el guardar rencor. El ego se alimenta de esto, es una de sus formas de mantenerse con vida. Intentar perdonar no funciona. El perdón ocurre cuando ves que no tiene propósito seguir alimentando tu ego a través del rencor, el verdadero perdón ocurre simplemente, no es una acción.
La preocupación forma parte del ego, es la compulsión de pensar. Y no tiene un propósito porque no te lleva a ninguna parte, es igual que el quejarse, si no trae un cambio en una situación, no vale la pena. No importa cuánto te preocupes, el preocuparse por las cosas no las soluciona. La mente puede que te diga que te tienes que preocupar y que esto sirve de algo pero no es cierto. Lo mejor es salir de ese hábito compulsivo, encontrar algo de paz primero y desde ahí poder empezar a tomar acciones.
Algunas veces nos preocupamos por otros, pero en última instancia cada uno es totalmente responsable de su vida, eso no significa que un humano no pueda ayudar a otro pero lo que es esencial aquí es preguntarse qué puede cambiar dentro de ti que se pueda convertir en el catalizador del cambio en otra persona. A no ser que algo cambie dentro de ti no podrás ver un cambio en el exterior. Esto de preocuparse le pasa a mucha gente. Se despiertan en mitad de la noche preocupándose, se pasan el día preocupándose pero qué es en realidad este preocuparse. Es una acción inconsciente de la mente que se proyecta a si misma, normalmente en el futuro. Cuando esto ocurre te imaginas lo terrible que el mundo va a ser, ves resultados negativos por todas partes… Por supuesto que la mayoría de esas cosas no van a ocurrir realmente pero la preocupación hace que te parezcan tan reales... La preocupación parece ser tan necesaria. La preocupación quiere ser necesaria pero no sirve para nada. Y entonces una vez que ves que no sirve para nada, entonces puedes poco a poco salir de ella y volverte más presente. Si logras salir del ciclo de la preocupación aunque sólo sea durante un instante podrás estar presente.
‘Si te resistes a algo, le das más fuerza y haces que persista más aún’’.
Porque así funciona nuestro mundo de los opuestos, de la dualidad. Si le das fuerza a un lado, inmediatamente le das fuerza al otro. Para tratar los problemas hay que empezar haciendo las paces y después en base a eso, tomar acción. La acción en ese caso saldrá de un lugar muy diferente. La acción sale de la Presencia. Ya no es una acción reactiva. Y la acción es más efectiva y poderosa cuando no es negativa ni defensiva.
La mayoría de la gente sólo sabe reaccionar. Al principio la reacción es automática cuando alguien se comporta de manera inconsciente. Pero cuando empiezas a aprender a reconocer el ego, aunque ya hayas reaccionado a él, puedes aprender, puedes darte cuenta de que has actuado en una forma que tiene que ver con un patrón reactivo antiguo. Las cosas tienden a funcionar mucho mejor cuando estás en un estado de conciencia harmónico con lo que te rodea y no en resistencia.
‘‘No hay nadie que no quiera paz pero parece que hay algo más en ti que quiere drama, conflicto’’.
Por eso cuando te das cuenta de que te estás dejando llevar por el drama es mejor salir de ese estado y convertirse en el yo que observa la situación. Ser capaz de verlo cuando se está produciendo. Ser capaz de ver que se trata de un patrón de conducta antiguo.
Un patrón egoico. Puede que no consigas pararlo inmediatamente pero al menos conseguirás traer un poco de conciencia a la situación. Así que se podría decir que el ego disfruta de tu infelicidad y cuando te das cuenta de eso, entonces empiezas a romper el círculo vicioso.
“Un poder puede entrar en tu vida que es mucho más grande que el ego y la mente y que todo lo que se requiere para liberarse del ego es ser consciente de él, ya que el ego y la conciencia son incompatibles”.
La percepción de la conciencia es el poder que encierra siempre el momento presente. Y en última instancia, el propósito de la existencia humana, por consiguiente tu propósito, es traer ese poder o esa presencia a este mundo. Eso es lo universal, el impulso del universo, la evolución de la conciencia, ese es el impulso que sostiene el universo. El universo va en la dirección de la evolución de la conciencia. Y nosotros somos una manifestación de la evolución de esa conciencia en este mundo.
Lo principal que tenemos en nuestras vidas es siempre este momento presente porque no hay nada más aparte de él. Siempre es ahora, así que más vale que veas si puedes tener una buena relación con el ahora que ya ‘‘es’’ porque de lo contrario no vas a poder tener una buena relación con la vida. La vida siempre es ahora. Así que aceptar el momento presente como és puede conectarte con una dimensión de profundidad dentro de ti. Y así podemos empezar a apaciguar el ego. El ahora es la puerta escondida porque el ego no quiere que sepas que está ahí.
Hay un paso que va más allá de la creencia y las palabras. El creer no deja de ser un concepto mental como el de creer que eres quien dice tu certificado de nacimiento.
Pero creer no es la realidad, la realidad sólo se puede experimentar más allá de los pensamientos. Dios no es algo que va más allá del creer sino que es la esencia de toda Conciencia. Dios es una experiencia que se puede sentir, es más que una creencia.
Ser espiritual no es creer que eres un espíritu porque eso es sólo un pensamiento, la comprensión de la dimensión espiritual es poder ver claramente que lo que percibimos, experimentamos, pensamos o sentimos no es quien somos y estas cosas no nos pueden dar una respuesta porque siempre están cambiando. Así que eres el espacio en el que se encuentran todas estas cosas. La conciencia en donde viven todas estas cosas, experiencias, sentidos, percepciones, pensamientos, emociones... Jesús dijo ‘‘sois la luz del mundo’’, eso significa que somos conciencia que ilumina el mundo y lo hace visible pero no somos el mundo, la conciencia no tiene forma y tampoco tiene nada que ver con el tiempo. Es la dimensión sin tiempo dentro de ti. Eternidad es el término religioso que se utiliza. Eternidad nos habla de una dimensión más allá del tiempo. El verdadero significado de eternidad es la ausencia del tiempo. A veces se interpreta erróneamente como tiempo infinito. En cada ser humano, subyacente a todo el torrente del pensamiento y las emociones, hay una dimensión donde la ausencia del tiempo existe. Y esa es la verdadera esencia de quien eres. Eso es la conciencia misma. Acceder a esa dimensión es posible si reconoces que eres el espacio donde tu vida ocurre, no las cosas que ocurren.
"Cuando comprendes y aceptas que todas las estructuras son inestables, incluso las que parecen materialmente sólidas, la paz nace en ti. Esto es debido a que el reconocer la impermanencia de las formas te despierta a tu propia dimensión interna, esa dimensión de la noforma’’.
‘‘Ser la forma y sentir que nuestro ser más esencial no tiene forma y que subyace nuestras vidas todo el tiempo. Esa ausencia de forma es el espacio donde uno puede oler, ver, sentirlos pensamientos...’’
A veces miramos al ego como si fuera una entidad. Pero en realidad es una forma de inconsciencia que parece tener vida. No es una amenaza, ni un enemigo, ni algo de lo que te tienes que deshacer. El ego ha de ser reconocido en su justa medida. Además el ego ha cumplido con su propósito durante mucho tiempo y nos ha traído hasta este despertar en el que volvemos a querer fundirnos con la fuente, ese estado primordial de la humanidad que se perdió.


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